Pura mística algunas veces, otras terapia y otras tan sólo el color rojo.
Tuve una vez una pareja que le inquietaba que pasase tanto tiempo sola en el estudio. Nunca entendió que realmente no estoy sola, estoy con la Pintura y nuestro diálogo conlleva pocas palabras.
Muy amoroso entraba a verme o venía a buscarme preocupado por esa tendencia a "aislarme", no acababa de entender que no era soledad, era una forma de existencia plena que hace poco ruido.
Según escribo esto me estoy acordando de una amiga que me llamaba por teléfono y según eran mis respuestas afirmaba: "Estás pintando". Le hacía mucha gracia que yo, que suelo ser charlatana, de repente y con amabilidad respondía casi en monosílabos aquello que me contaba con entusiasmo. No se enfadaba, simplemente cortaba el relato y me decía divertida que ya me llamaría en otro momento.
Como el lector ya habrá deducido el silencio del pintor es un silencio lleno, lleno de la vibración del color, las texturas, las formas, la sorpresa, la frustración, la presencia de una linea...hay emociones pero sobre todo hay un silencio que es un estado vibracional difícil de explicar y que hace que se pare el tiempo.
También es muy físico, muy corporal, que recuerda a los conceptos de la meditación...cómo se mueve el pincel, cómo el ojo observa el brillo de la pintura y cómo cambia el tono al secarse, cómo el cuadro va tomando forma, como aquello que viste/viviste en un momento sale de repente, de una manera inconsciente del pincel.
Entiendes por qué, por ejemplo, Picasso tomó cierta decisión, o cómo Bacon usaba el difuminado, lo bueno que es realmente Velazquez o cómo te ha influenciado la fotografía de Ansel Adams.
Te observas en tu repentina inseguridad sobre una pequeña decisión en el lienzo, o como una línea se carga toda un mañana de trabajo, o como hay que aceptar una derrota sobre un color que te empeñas en usar.
...creo que se va entendiendo que no es tan silencioso ese silencio.
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